jueves, diciembre 28, 2006

De Tsing-Tao a las Falklands - El último crucero del Almirante Von Spee

Este fue uno de los libros que compré hace poco "en paquete", pagando muy poca plata por algunos de la misma época.

Aunque no se sepa mucho (en parte porque no consigo dedicarle tiempo a un buen artículo en el sitio) soy muy aficionado a la historia del acorazado de bolsillos Admiral Graf Spee, de manera que conocer la historia de la escuadra que mandó este almirante antes de su muerte en acción, me resultó muy interesante.

Si bien no encontré todo lo que buscaba (porque la narración es del Segundo Comandante Hans Pochhammer, que estaba en el otro buque principal de la escuadra, el Gneissenau), sí encontré muchas cosas que realmente me apacionaron (y eso que la narración no es literaria, sino más militar, va bien al grano dando detalles pero sin adornar).

Acostumbrados a escuchar de la guerra más actual, digamos de la Segunda Mundial en adelante, hay cosas de la vida en alta mar y el combate naval de la época que realmente me encanta haber conocido. Menciono solamente algunos:

- que no se hable de radio sino de TSH o telegrafía sin hilos, es un hecho curioso pero para tener en cuenta sobre la total carencia de dispositivos eléctricos sofisticados y sobre el avance que resultaba el combatir con esa tecnología;

- la constante y trabajosa tarea de "carbonear", es decir transpasar el carbón de un barco al otro. Si ahora el aprovisionamiento es complejo entre barcos, con mangueras que pasan el combustible líquido, qué decir de buques carboneando de veleros o transportes capturas al enemigo, y de hacerlo no con elementos normalizados, sino con todo lo que estaba en el camino, desde bolsas hasta cualquier tipo de recipiente o las manos desnudas. Tarea que además de ser pesadísima, tardaba muchas horas, ensuciaba todo el buque y a toda la tripulación, ponía en riesgo a todos si llegaba el enemigo, y cuando estabas cruzando el trópico... pues te lo regalo.

- el respeto que de pronto tenían las unidades navales japonesas, que el autor menciona como "magníficas" y a las cuales menciona con deferencia, preocupándose por la posibilidad de que aparezcan en el horizonte. Un claro reflejo de que en casi 10 años la guerra con Rusia seguía estando en la mente de los militares occidentales, quienes ya se preocupaban de la potencia militar de esta nación oriental.

- la convivencia de todo tipo de animales en el buque. Pasando por muchas islas del Pacífico, las tripulaciones compraban aves, vacas, etc. para tener carne fresca. A veces las sacrificaban en puerto, pero también las tenían dentro en corrales improvisados, dando luego escenas curiosas como una familia de ocas comiendo de las sobras desparramadas por un casco de artillería o un cerdo herido de muerto por acción del enemigo.

- el peso que ya tenían los medios de comunicación, principalmente la prensa, inventando historias o deformando los informes propios o del enemigo. El autor se queja de cómo la prensa británica los sataniza, inventando historias terribles sobre su comportamiento en batalla e incluso echando a pique a muchos buques que siguen sobre la superficie.

- la valentía extrema, sin locura en medio, por parte de oficiales y marineros, algo que destaca el autor muchas veces. Obviamente ensalsando la cuestión de que son alemanes, pero luego, al final (pues si no sabes que la batalla la perdieron los alemanes, te quemo el final) preguntándose si es necesario que dos pueblos tan hermanos tengan que pelear por el dominio de los mares, siendo que ambos son diestros en la navegación y tienen a buenos oficiales. Preguntándose, en definitiva, para qué cuernos es la guerra, aunque no lo diga muy explícitamente.

En este último apartado tengo que mencionar la correctísima camaradería entre los enemigos. Pochhammer se enoja al comienzo mucho con los ingleses, a quienes llama traidores por haber mancillado una buena relación previa al llamarlos "hunos" (tengo que averiguar de donde salió todo el asunto) y haciendolos parecer como bárbaros que arrasan pueblos, violan mujeres y torturan personas. Pero una vez hecho prisionero y en un barco enemigo, podemos ver como tanto él como sus "anfitriones" (él usa esa palabra en lugar de carceleros o enemigos) estaban jugando nada más ni nada menos que un gigantesco y mortal partido de cartas. Como él lo explica, los ingleses pensaban la guerra como un sport.

Muchas veces se dice que las cosas ya no son como antes... ¿Podemos imaginar ahora a un almirante inglés comunicándose con un comandante prisionero, para decirle que lamenta haber tenido que matar a sus camaradas? Porque Pochhammer recibe eso, un telegrama en donde el responsable inglés de la muerte de sus marineros le recuerda que, lamentablemente, la guerra es así, y que siente pena por la pérdida de ambos buques con buena parte de su tripulación. Sin dejar de alabar la puntería alemana, claro, porque los ingleses también tenían marcas de dientes. ¿Podemos imaginar a un grupo de marineros bajando de un buque, lanzando hurras hacia la tripulación del buque que acaban de hundir? Porque eso es lo que ocurre cuando los británicos vuelven de hundir el Nurnberg, parte de la flotilla alemana, rindiendo tributo a la valentía de los hombres que lucharon hasta morir. Y cuando Pochhammer, como mayor oficial capturado, pregunta cómo se comportó la presa, los encargados de darle muerte le dicen que luchó magníficamente... lo cual lo deja más tranquilo y orgulloso.

Son dos ejemplos, y resulta díficil imaginarlos... podemos decir que la camaradería en mar en diferente que la que tiene lugar en tierra, ya que los marineros saben que ante todo tienen un enemigo en común. Pero realmente, siempre que escucho estas historias, algo se mueve dentro mío. Porque sabemos que la guerra es una cosa atroz, y que solamente en casos muy particulares debería llevarse a cabo... pero la existencia de personas así, que combatan con la ferocidad de una bestia, pero ceñidas a las reglas de un enfrentamiento entre caballeros, en donde la bandera blanca o el soldado herido detienen las balas, en donde el oficial capturado es tratado con el mismo respeto que el soldado (aunque tenga otras atenciones), y en donde el mismo enemigo se compadezca de la suerte del vencido y lo trate con honores, incluso alabando su capacidad... Pues qué quieren que les diga. Así debería ser la guerra. Y no como es ahora.

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