sábado, febrero 28, 2009

¡Esto es kitsch!

Recuerdo cosas relacionadas al kitsch que decía Umberto Eco en alguno de sus libros, cuando estudiaba alguna materia relacionada con la semiótica, y creo que también cuando estudiaba italiano y leía algunos de sus escritos.

Hay una gran discución teórica al respecto, que no viene al caso. Para el que no sepa qué es el término, se trata de una palabra de origen alemán e yidish que se refiere al arte considerado menor, generalmente producido en serie. Un gato de porcelana puede ser kitsch, o un enano de jardín, o una jarra de pingüino, o cosas así de desagradables (para algunos), siempre que pretendan ser llamadas arte (y de hecho muchos las coleccionan).

También se dice que algo es kitsch, al menos aquí en Argentina, cuando se mezclan elementos demasiado extraños entre sí para lograr algo supuestamente "artístico".

La palabra viene ya de hace tiempo, y también el concepto, y de hecho en la Segunda Guerra Mundial ya se usaba. De hecho, la definición que se lleva la palma es esta, que encontré el otro día en una enciclopedia sobre los años previos a la Segunda Guerra Mundial:

"¡Esto es el kitsch nacional!", página de un Berliner Illustrierte Zeitung de 1933.

A los nazis no les hacía ninguna gracia que su lindo símbolo y las caras de sus jerarcas aparecieran en vasos, plumas, encendedores, cepillos y cosas así. Con el auge de la popularidad del partido nazi, muchos simplemente fabricaban todo tipo de cosas de uso diario y chucherías con svásticas y demás. Parece que se vendían bien, pero en 1933 Goebbels prohibió, por medio de una ley, el uso no autorizado de símbolos nazis y rostros de personalidades del partido y le arruinaron el negocio a muchos.

Eso sí: comprar un retrato de Hitler como regalo de Navidad no estaba mal visto.


Recuerdo a un personaje de Belleza Americana que coleccionaba platos y cubiertos con símbolos nazis de la época, y me imagino que esas chucherías de antes, además de ser kitsch, hoy deben valer pequeñas fortunas.

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