viernes, noviembre 27, 2009

Solución desagradable para un problema desagradable

Durante la campaña del desierto contra Rommel, en el norte de África, los británicos y australianos combatieron juntos contra los alemanes. Sin embargo mientras los ingleses tenían los pies llenos de ampollas a causa de las condiciones climáticas, cojeando a causa del dolor, los australianos parecían completamente sanos. Un oficial médico que se interesó en el tema encontró la respuesta un día que vio a un grupo de australianos chapoteando en un charco. Este era el tratamiento milagroso: metían los pies en un agujero con... orina, que al parecer les fortalecía los pies.

miércoles, noviembre 25, 2009

Simplicidad, ante todo

Los soviéticos se destacaron en la Segunda Guerra Mundial por su pragmatismo y practicidad a la hora de fabricar armas de todo tipo. Las palabras de un oficial del cuerpo escandinavo del III Cuerpo Panzer de las SS, compuestos por voluntarios, ilustran genialmente esta tendencia. El Cuerpo estaba sitiando Leningrado, y el generador de electricidad instalado cerca del cuartel estaba dañado. Se solicitó así a una unidad especializada para repararla y conseguir electricidad.

"El jefe del batallón llegó con algunos de sus técnicos, pero cuando vieron la máquina de vapor tan deteriorada, y más vieja que la máquina de Fulton, no hicieron más que sacudir la cabeza. Debido a que su arreglo parecía imposible a los técnicos alemanes, se intentó probar de otra manera. Entre los prisioneros rusos tomados por el regimiento "Dinamarca" se encontraba un grupo de técnicos, electricistas, mecánicos, etc. El regimiento, con mucho gusto, le prestó al comando de la agrupación a una media docena de estos hombres. Después de una semana de trabajo, la usina funcionó irreprochablemente y produjo la luz que tanto se necesitaba. Con medios primitivos: troncos y cuerdas, repararon la máquina e hicieron contacto con el dínamo. La usina hacía un ruido espantoso, pero funcionó."

"Este ejemplo, como muchos otros, mostraba como los rusos, con elementos primitivos, podían manejar cosas que una técnica superior tenía que desistir de hacerlo. Los técnicos rusos han gozado de un tecnicismo intuitivo, que perdieron los hombres con una instrucción superior."

"Lo mismo se presentaba con toda la técnica rusa. Una vez, inspeccionando un avión ruso derribado por el fuego alemán, observamos que el aparato era muy primitivo; tenía lo estrictamente necesario para volar y carecía de la multitud de instrumentos que llenaban el tablero de los aviones alemanes. Preguntamos al aviador ruso: "¿Cómo es posible volar con estos medios tan arcaicos?". El piloto contestó: Nosotros calculamos que un avión ruso vuela, término medio, siete veces antes de ser derribado o destruido... ¿Para qué gastar tanto dinero por siete vuelos? ¿No es preferible construir el doble de aparatos primitivos que la mitad de aparatos perfectos?"

viernes, noviembre 20, 2009

Disciplina y moral

Luego de la batalla de Kaserine en África, el II Cuerpo de Ejército de EEUU estaba muy desmoralizado a causa de los graves golpes que había sufrido a manos de las fuerzas de Rommel. Eisenhower resolvió, para reparar esto, la designación del general Patton como nuevo comandante.

La decisión no podría haber sido más acertada. Con una personalidad avasalladora, un carácter firme y decisido y algo excéntrico, era justo lo necesario. El general Bradley comenta en sus Memorias como Patton llegó a su puesto de comando, entre sirenas y la marcha de decenas de vehículos: "en el coche que marchaba a la cabeza, Patton viajaba de pie, como el conductor de una cuádriga. Miraba ceñudamente hacia el viento y su mandíbula presionaba contra el barbijo de malla de un casco con dos estrellas. Dos estrellas de plata, de tamaño excesivo sobre una chapa roja, señalaban su auto de comando." El ego de Patton era otra de sus características.

Pronto encontró el elemento que necesitaba para elevar la moral de su tropa. Durante varios meses de combate, los soldados estadounidenses se habían acostumbrado, como el recluta inglés, a un uniforme desaliñeado, propio del ambiente caluroso y polvoriento. No usaban el casco, sino solamente la gorra de lana que debían llevar debajo.

Patton ordenó un cambio radical. Hizo obligatorio el uso de casco, polainas y corbatas en todo momento, tal como lo marcaba el reglamento, el cual se ejecutaba hasta la última coma. Las multas por no cumplir eran de 25 dólares para soldados y de 50 para oficiales.

El reinado del "escupa y saque brillo" que instauró el general Patton logró justamente su objetivo: soldados más disciplinados, orgullosos y seguros de sí mismos.

domingo, noviembre 15, 2009

¡No me asciendan!

El sargento Richard Dudley era encargado del Casino de Oficiales en la campaña de Francia durante la Segunda Guerra Mundial, bajo el comando del general Bradley. Como cualquier otro establecimiento similar, se encargaba de darle a los oficiales un poco de esparcimiento y un nivel de vida algo más elevado que el del soldado raso. Pero pronto estos comenzaron a quejarse, ya que el contraste era demasiado grande: en las mesas del casino se apilaban vinos de viejas cosechas, jabalíes trufados y los manjares más exquisitos servidos con toda elegancia. Bradley le sugirió cuidadosamente un día:

-Sargento Dudley, espero que no lo tome a mal, pero me parece que tantas comodidades en el frente son discutibles.

-¡Mi general! -le contestó el pelirrojo oficial- Usted haga la guerra y yo me ocuparé de su standard de vida.

Bradley decidió dejar todo como estaba para evitar mayores problemas. Pero el problema no era solamente la superabundancia y el refinamiento del casino, sino también los rumores que llamaban a Dudley "el pirata rojo", a causa de los métodos particulares que se decía empleaba para conseguir esos productos.

Bradley intentó además ascender varias veces al sargento, pero éste siempre se negó, sin exponer nunca las causas de esta decisión. Solamente en los finales de la guerra aceptó ser promovido a oficial, y luego de la guerra, al interrogarle Bradley acerca de eso, Dudley respondió.

-Teniente, ¿por qué esa negativa constante a que lo ascendiéramos? ¿No cree usted que era un exceso de humildad? ¿Se menospreciaba usted?

-No general, pero el ascenso podría haberme hecho perder el puesto que tenía, y créame que en el Casino podía conseguir muchas cosas aparte de estar lejos de las balas...

martes, noviembre 10, 2009

Confianza en el general

El general Clark era conocido como un oficial justo, que mantenía un estrecho contacto con sus tropas y de carácter muy amable. En una ocación, en una revisión de las líneas más adelantadas del frente, se detuvo a conversar con un pequeño soldado que estaba acurrucado en una trinchera. Al despedirse, se dio cuenta de que el hombre no usaba botas reglamentarias, sino una alpargatas de caucho. Lo interrogó sobre esto, y el soldado le explicó que tenía botas, pero estaban muy gastadas y que su número era muy pequeño. Le resultaba muy difícil encontrar botas nuevas de este tamaño.

Sin dudarlo, Clark prometió:

-Le mandaré un par de botas, si es que hay de ese número en el teatro del Mediterráneo.

Luego el general descubrió que el soldado, de apellido Gebhart, tenía razón: de cada 100.000 botas, solamente 67 correspondían al número 7A que calzaba. Sin embargo, se acordó de su promesa y se ocupó personalmente de buscar el par de botas. Incluso las envió al frente utilizando su propio avión. Su ayudante buscó al soldado Gebhart y se lo entregó personalmente:

-El general Clark le manda estas botas -le anunció.

-Gracias -dijo sencillamente, sin demostrar sorpresa ni cambiar de expresión.

-¿No está sorprendido? -se animó a preguntar el capitán Thrasher, ayudante de Clark.

-No -le respondió el soldado-. Me dijo que me los mandaría.

La anécdota fue para Clark una de los más preciosos recuerdos de la guerra, y sirve para mostrar como, para este hombre, incluso el más pequeño de sus subordinados era importante.

jueves, noviembre 05, 2009

Algunos generales también lo hacen

Probablemente el único general que mató personalmente a un soldado enemigo en la Segunda Guerra Mundial fue el general inglés R. E. Urquhart, durante una emboscada enemiga en la arriesgada ofensiva de Arnhem, Holanda, en 1944.

miércoles, noviembre 04, 2009

Nuevo sitio: Cuadernos de la guerra

Desde hace tiempo, ciertos contenidos de Casus Belli estaban quedando fuera de lugar. Tenían que ver más con la historia en general que con el enfoque tecnológico, el cual era lo central de este sitio. Pero como soy un aficionado a la historia en general, y la Segunda Guerra Mundial es, desde niño, casi un campo de juego e investigación, me pareció irresistible una nueva idea: un sitio en donde desarrollar las anécdotas de este período, además de incorporar biografías, análisis de batallas, datos curiosos y un largo etc.

Es por eso que decidí crear Cuadernos de la Guerra. Un sitio independiente de Casus Belli. Un lugar con un diseño diferente y reglas diferentes, para el disfrute de los muchos que gustan de bucear en esos años tan turbulentos. Allí he desplazado parte del contenido de Casus Belli que continuaba estando fuera de lugar, pero esto es sólo una primera etapa: pronto comenzaré a crear material nuevo (algo de eso hay en esta primera etapa, también).

Espero que les guste y lo disfruten. Visítenlo y déjenme sus comentarios.

lunes, noviembre 02, 2009

Mala decisión

Uno de las operaciones más desastrosas que llevaron a cabo los aliados durante la Segunda Guerra Mundial, el desembarco de Dieppe, fue decidido ¡por un subteniente! Luego de decenas de reuniones secretas, los altos mandos de todas las fuerzas de tierra, aire y mar se reunieron nuevamente a dar el OK definitivo a la operación, el primer desembarco a gran escala de la guerra. Sin embargo, al no ponerse de acuerdo, dejaron el manos del subteniente Ronald Bell la decisión. Siendo un oficial meteorólogo, Bell solamente pudo decir: "En mi opinión, el buen tiempo reinará en la zona del Canal".

Sus superiores tomaron eso como una buena señal y dieron el visto bueno a la operación. Lamentablemente para la causa aliada, el subteniente se equivocó. Pero peor que el clima fue el resultado de las operaciones militares, que fueron desastrosas. Costaron valiosos hombres y material a los aliados en un desembarco inútil que tuvo que ser abortado.