miércoles, noviembre 07, 2012

Los edificios también derriban aviones

Si bien están grabadas en las retinas de millones de personas las horrendas imágenes del atentado del 11 de Septiembre de 2001 contra las Torres Gemelas en New York, lo cierto es que no fue la primera vez que aviones de gran porte impactaban rascacielos en esa ciudad. Pero lo habían hecho de manera accidental, y con resultados mucho menos dañiños para las estructuras golpeadas.

El caso más conocido fue el impacto que soportó el Empire State Building, en ese entonces el edificio más alto del mundo.

Era el sábado 28 de julio de 1945. Faltaba poco para que terminara la Segunda Guerra Mundial (Japón se rendiría pocos días después), y muchos hombres enlistados estarían seguramente contentos de haberla atravesado con vida o de no haber sido llevados al frente.

En una de tantas misiones de rutina, un B-25, bombardero utilizado también como avión de transporte eventual, había despegado de Boston pilotado por el Teniente Coronel William Franklin Smith Jr. Debía aterrizar en el aeropuerto neoyorkino de LaGuardia, llevando a dos pasajeros: el sargento Christopher Domitrovich y Albert Perna, un técnico de la US Navy que había logrado "colarse" en el vuelo.

Sin embargo, al solicitar permiso a la torre de control para aterrizar, esta se lo negó debido a una intensa niebla, que reducía a cero la visibilidad. No se sabe a ciencia cierta porqué, pero el piloto ignoró la orden y continuó acercándose al aeropuerto, sobrevolando la ciudad que estaba cubierta por la neblina. Desorientado, tomó una decisión fatal al errar un giro.

A las 09.40 de la mañana, el bombardero se estrelló contra el lado norte del Edificio Empire State, entre los pisos 78 y 80. Tal fue la fuerza del impacto, que abrió un hueco de casi seis metros de lado. Uno de los motores, y parte del tren de aterrizaje, terminaron en uno de los pozos del elevador, mientras el otro atravesó limpiamente todo el edificio y se estrelló en un edificio vecino, destruyendo totalmente un departamento.

El resultado fue fatal para la tripulación y para once trabajadores que estaban en las oficinas afectadas en ese momento. Por otra parte, el curioso hecho dio lugar a dos tristes récords: el incendio a mayor altura que se ha logrado apagar con éxito (luego de 40 minutos) y la mayor caída en ascensor que no costó la vida a su víctima. En un verdadero doble renacimiento, una ascensorista herida fue puesta en un elevador por los rescatistas, quienes no sabían que sus cables estaban dañados. Luego de una caída de 75 pisos, la mujer no pudo más que agradecerle a su buena suerte.

Lo cierto es que, a pesar de la enorme tragedia, el suceso puede calificarse como una gran desgracia con suerte. Los daños ascendieron a casi un millón de dólares de la época (que representarían, ajustados por inflación, a unos trece millones actuales), pero la mayoría de los pisos estaban habilitados el lunes siguiente. La estructura demostró ser lo suficientemente fuerte como para resistir un impacto de este tipo, aunque hay que tener en cuenta que el bombardero bimotor no llevaba armas ni carga y seguramente tenía poco combustible ya que estaba por aterrizar. Una de las consecuencias más inesperadas es que, debido a que la causa fue una mala maniobra de un piloto militar, el gobierno terminó siendo responsable: una ley largamente demorada fue finalmente aprobada al año siguiente gracias al impacto que tuvo la tragedia en la opinión pública, la cual permitía a los ciudadanos demandar al gobierno en casos como este.


El incidente fue "repetido" de manera similar menos de un año después, aunque el edificio elegido fue otro. En este caso se trató del Manhattan Company Building en 40 Wall Street (actualmente el Trump Building). Este edificio de 70 pisos fue impactado, en la tarde del 20 de mayo de 1946, por un carguero C-45 Beechcraft. En este caso, el golpe ocurrió en el piso 58, donde quedó un hueco de unos 3 metros de diámetro en la fachada norte. Murieron los cinco tripulantes de la aeronave, pero no hubo víctimas ni en el edificio ni en la calle, a pesar de la gran cantidad de escombros que quedaron desparramados. Nuevamente la causa del accidente fue la densa niebla.

Si bien hubo otros incidentes de aeronaves impactando grandes rascacielos de manera accidental, incluso también en New York, estos fueron hasta ahora los únicos protagonizados por aeronaves grandes y de origen militar.

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