sábado, mayo 23, 2015

El avión más grande propulsado por motores de pistón (y el de mayor cantidad de motores)

Uno de los primeros B-36, en 1949.
La Guerra Fría creó muchos monstruos, y no solo en cuanto a cuestiones morales y bélicas, sino también en cuando a artefactos de impresionante tamaño.

Aunque poco conocido, el caso del Convair B-36 Peacemaker ha quedado en la historia como uno de estos enormes muestras de poderío.

Como en una gran cantidad de casos, hay que buscar los orígenes de esta monstruosidad en la Segunda Guerra Mundial. Hacia 1941, se empezó a diseñar un bombardero pesado que pudiera bombardear objetivos alemanes en Europa si, llegado el caso, Inglaterra caía y EEUU se quedaba sin bases avanzadas en el continente.

Las prioridades de la guerra y el enorme desafío técnico hizo que solo hacia finales de la década, con la guerra terminada, los primeros B-36 salieran de la línea de ensamblaje, sin estar exentos de problemas de fiabilidad y producción.

Para comparar: el B-29, la Superfortaleza Volante de la
Segunda Guerra Mundial, con su heredero, el B-36.
En los 50s, cada día se hacían cosas más grandes.
Aunque un desarrollo más avanzado de los superbombarderos de la década que terminaba, el Peacemaker tenía una característica que muchos consideraban obsoleta: seis motores de pistón. El compromiso, sin embargo, era necesario: los motores a reacción, aunque más modernos, estaban en desarrollo, y además consumían mucho combustible. Hubiera sido imposible, con la tecnología de la época, crear un avión con el mismo alcance que el B-36 pero con motores de reacción.

De todas maneras, aunque el Peacemaker ya era considerado el avión bombardero de pistón más grande del mundo construido en serie, era lento y pesado de maniobrar; algún piloto dijo que era como volar una casa. Requería enormes pistas de aterrizaje, que no estaban disponibles en muchas sitios. No había hangares lo suficientemente grandes como para albergarlo, por lo que tenía que ser dejado a la intemperie, dificultando mucho el mantenimiento, sobre todo en las bases árticas.

En 1952, con la introducción de la versión B-36D, se solucionaron en parte estos problemas. La idea era sencilla, aunque no exenta de una buena dosis de improvisación: agregar cuatro motores a reacción. Así, mientras los seis motores de pistón giraban en su curiosa configuración de empuje (puestos con las hélices hacia atrás, para mejorar la aerodinamia del aparato), dos motores en cada ala otorgaban potencia extra en los despegues y en momentos de la misión en la que se necesitara más potencia.

Un B-36 con su configuración final.
A partir de allí el aparato mejoró sus capacidades ofensivas, aunque seguía siendo lento y difícil de mantener y utilizar. Mientras se desarrollaba su sucesor, el B-52 Stratofortress, que estaría motorizado solamente con reactores, se siguió utilizando pero en misiones de cada vez menor importancia, hacia que fue dado de baja definitivamente diez años después de su entrada en servicio, en 1959.

Así, el B-36 logró no solo el record del mayor avión con motores de pistón producido en serie, sino que también alcanzó, con estos últimos modelos, el record de mayor cantidad de motores en un avión de serie. Las tripulaciones de esa época hablaban de sus aviones diciendo que tenían "seis motores girando y cuatro quemando". Ni qué decir que el mantenimiento de estos monstruos no se simplificó, sino que se hizo mucho más largo y duro. Pero bueno, era lo que había en la época.


El B-36, debido a su enorme tamaño y capacidades de carga, fue utilizado
para varios tipos de experimentos y prototipos. Aquí se ve a uno de los
modelos de 10 motores probando la posibilidad de un "caza parásito".

Para comparar: el B-58 Hustler, el B-36 Peacemaker y el B-52 Stratofortress.

Los últimos B-36 en un cementerio militar de aviones.

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